Manuel Belgrano:
multifacético
Usualmente, cuando hablamos de Manuel Belgrano pensamos en el prócer
de la Revolución de Mayo, el vocal de la Primera Junta de Gobierno o el creador
de nuestra bandera.
Sin embargo, hay muchos Belgranos además de este que conocemos, y
sobre los que la historia oficial poco nos ha contado.
Belgrano nos ha legado una conducta militante al servicio del país. Un
personaje que por entrar de lleno en lo que en aquella época se llamó la
“carrera de la revolución” dejó su fortuna y su tranquilidad de lado para
dedicar su vida entera a la causa en la que creía, a modificar la realidad.
Les proponemos, entonces, un recorrido para conocer más a fondo a este
prócer argentino.
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El joven Manuel Belgrano estudia Derecho en la Universidad de
Salamanca, en España, entre 1786 y 1793. Vuelve a Buenos Aires en 1794 e
ingresa al Consulado de Comercio de Buenos Aires para trabajar como secretario
de Comercio.
Durante esos años, se interesa especialmente por la economía política
y el derecho público. Sus ideas se van ampliando, al tiempo que asimila las
posiciones surgidas durante la Revolución Francesa.
Cuando el rey de España cae prisionero de Napoleón en 1808 y comienza
la guerra española contra la ocupación francesa, Belgrano ya se encuentra en
Buenos Aires, donde forma parte del grupo revolucionario de mayo de 1810 y es
nombrado vocal de la Primera Junta.
En 1814 viaja a Europa para negociar apoyos a la revolución
rioplatense, pero no tiene éxito: Europa estaba derrotando a Napoleón y con el
retorno del absolutismo en todo el continente cualquier movimiento
revolucionario se considera algo peligroso. Esto convence a Belgrano, antes más
radical, de buscar una solución monárquica –una monarquía constitucional– para
independizar a los territorios revolucionarios, una idea que sostiene en el
Congreso de Tucumán, aunque sin eco.
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Belgrano consideraba que la prensa era un medio imprescindible para
difundir las ideas revolucionarias (idea que se había forjado a partir de la
Revolución Francesa). Esto lo llevó participar de la fundación del periódico Telégrafo
Mercantil y a proteger a diversos órganos periodísticos publicados en el
Río de la Plata.
En 1806, pasa a dirigir el periódico El Correo de Comercio de
Buenos Aires, secundado por Vieytes y con la ayuda de su primo y amigo,
Juan José Castelli. Desde este medio expone sus ideas respecto de temas
relacionados con la economía, la educación y la salud.
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Belgrano participa en Europa del nacimiento de la economía como
ciencia y traslada sus conocimientos relacionados con esta materia al
continente americano. Es uno de los principales pensadores del continente en
considerar a la economía como parte intrínseca del desarrollo cultural, y es un
impulsor de la economía de libre mercado.
Durante sus años de formación en Europa recibe la influencia del
francés François Quesnay, que publica en 1758 el Tableau Economique, trabajo
que ha sido considerado como el acta fundacional de la escuela económica
conocida como Fisiocracia.
También conoce la prédica de Adam Smith, fundador de la escuela
clásica inglesa y cuya Investigación sobre la naturaleza y causas de la
Riqueza de las Naciones (1776) se considera el origen de la economía como
ciencia.
El pensamiento de Belgrano en materia económica quedó plasmado en las Memorias
del Consulado, con cuya lectura abrían anualmente las sesiones. Belgrano
transformó esas lecturas en conferencias sobre temas de economía y en fuertes
alegatos contra el sistema comercial monopolista español y en defensa del libre
comercio de las colonias.
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Desde su cargo de secretario del Consulado de Comercio de Buenos
Aires, y como director de El Correo de Comercio, Manuel Belgrano busca
llevar adelante y concretar proyectos vinculados a lo educativo, que incluyen
la instrucción de las mujeres y escuelas gratuitas para todos. También está
presente la posibilidad de educar a los pobres y darles de ese modo una
posibilidad de progreso social, que será necesario para el desarrollo de la
sociedad en su conjunto.
Pero Belgrano transforma su pensamiento en práctica. Con el auspicio
del Consulado y movido por su prédica, se crea en 1799 la Escuela de Náutica,
que continúa abierta en la actualidad, y la Academia de Geometría y Dibujo, que
dura apenas dos años.
Más tarde, dona el dinero que el Estado le había otorgado por las
victorias de Tucumán y Salta para la construcción de escuelas en las ciudades
de Tarija (hoy parte de Bolivia), Jujuy, Salta, Santiago del Estero y San
Miguel de Tucumán, que -por las convulsiones de la guerra- no se construyeron
hasta mucho después.
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Desde mayo de 1810 hasta enero de 1814, la actividad de Belgrano se
concentra en la guerra. En 1811, La Primera Junta de Gobierno lo envía al
frente de una expedición a Asunción del Paraguay, para plegarla al movimiento
revolucionario. La expedición es derrotada por tropas muy superiores en número.
En septiembre de 1811 el Primer Triunvirato nombra a Belgrano jefe de
los Patricios. La tropa de ese regimiento estaba muy descontenta: habían sido
milicianos y los habían convertido en soldados profesionales. Cuando Belgrano
decide, en diciembre de 1811, que los patricios deben cortarse la trenza que
usan y que era el símbolo del cuerpo, el resultado es un motín en contra de la
medida y de su comandante y que el gobierno acalla con dureza.
A principios de 1812, Belgrano es enviado a establecer dos baterías de
cañones en el río Paraná para evitar las incursiones que hacía la marina de
Montevideo, enemiga de los revolucionarios. Allí, el 27 de febrero, enarbola
por primera vez el estandarte que había diseñado para sus tropas.
Después de su paso por Rosario, Belgrano es enviado a hacerse cargo
del desorganizado Ejército del Norte. En la ciudad de Jujuy hace bendecir la
bandera por él creada. Reorganiza el ejército en Tucumán y enfrenta el avance
de los contrarrevolucionarios, derrotándolos en la decisiva batalla de Tucumán
–en septiembre de 1812–, uno de los combates más importantes de la guerra de la
independencia sudamericana. Avanza luego hacia el norte y vuelve a triunfar en
Salta, en febrero de 1813. Entusiasmado, continúa hacia el Alto Perú pero allí
es vencido en las batallas de Vilcapuyo y Ayohuma, en las que su ejército sufre
bajas enormes.
Después de estas derrotas, Belgrano debe entregarle al mando al
general José de San Martín, enviado desde Buenos Aires. Más tarde volvería a
hacerse cargo del disminuido Ejército del Norte, mientras San Martín prepara su
expedición a través de los Andes. Tras unos años, y muy enfermo, deja el
ejército.
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Los
múltiples Belgranos
Actividad pensada para revisar la
figura tradicional de Manuel Belgrano, y analizar distintos textos que
construyen a los múltiples Belgranos.
Actividad 1
Primera etapa
a. En grupos armen un mapa conceptual que
retome los conocimientos que ustedes tienen acerca de Manuel Belgrano.
b. Realicen una puesta en común
en la que un representante de cada grupo comente con todo el curso el mapa
conceptual que construyeron. Vayan complejizando sus propios mapas conceptuales
con la información que aparece en la de los demás y está ausente en el propio.
c. Elaboren un trabajo de profundización sobre la figura de Belgrano en la que cada grupo releve información en libros de historia y sitios de Internet, en base a los siguientes ejes:
Bibliografía
Bertoni, L., L. A. Romero, y G.
Montes, Colección Una historia
argentina, Libros del Quirquincho, Buenos Aires, Coquena Grupo Editor,
1992.
Romero, L. A. (dir.), Historia visual, diario Clarín,
Buenos Aires, 2000.
Los siguientes enlaces pueden resultarte de interés para la tarea:
d. Una vez que hayan integrado a
los mapas la información relevada realicen con tu grupo una nueva presentación
de los mapas.
e. Reflexionen y debatan sobre las razones por las cuales el mapa original presentaba esas ideas y no otras. ¿Qué agregó la profundización a la construcción de Belgrano que tenían al principio? ¿Por qué creen que se ha recortado en la historiografía oficial la figura de Belgrano?
Segunda etapa
a. Lean los fragmentos que
presentamos a continuación, extraídos de Historia de Belgrano, de
Bartolomé Mitre, La revolución es un sueño eterno, de Andrés Rivera y el
epistolario de Manuel Belgrano.
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Belgrano
por Mitre
“Belgrano tenía la paciencia del organizador, que prepara los elementos
del triunfo; la intrepidez en el ataque; la firmeza en el combate y la
constancia en la derrota; pero carecía de la ardiente inspiración del campo de
batalla.
Este contraste, más severo que el de Vilcapugio, fue debido en gran
parte a la ciega confianza de Belgrano antes de la batalla, y a sus errores en
el curso de ella; aunque entró por mucho la superioridad de las aguerridas
tropas españolas, con mejores jefes y oficiales que los del ejército argentino,
y sobre todo, la superioridad inmensa de su artillería. El cargo más serio que
puede hacerse a Belgrano es no haberse sabido aprovechar de las faltas de su
contrario, atacándolo en la bajada de la cuesta; y después no haber tomado
ninguna disposición acertada para neutralizar las maniobras que dieron por
resultado la derrota. Así, razón tenía hasta cierto punto Pezuela, al colocar
los soldados argentinos más arriba de su general cuando decía: ’Las tropas
de Buenos Aires presentadas en Vilcapugio y Ayohuma, es menester confesar que
tienen una disciplina, una instrucción y un aire y despejo natural como si
fueran francesas; pero si alguna vez volvieran a formar ejército con ellas,
como sean mandadas por Belgrano y Díaz Vélez, serán sacrificadas por pocas.
Estos dos caudillos no supieron hacer el menor movimiento, cuando obligándolos
yo a variar su primera posición, marchando con el ejército sobre su flanco
derecho, ellos que me esperaban por su frente no dieron disposición de tomar
las alturas, por donde era conocida mi dirección, no hicieron otra cosa que
darme su frente y hacer subir una nube de indios a una montaña de su espalda,
que yo no necesitaba tomar'.
El general Paz, no menos severo que Pezuela, señala estas mismas faltas;
pero al mismo tiempo las explica diciendo: 'Es preciso considerar que estábamos
en el aprendizaje de la guerra, y que así como era, el general Belgrano era el
mejor general que tenía entonces la República. Estaba también falto de jefes,
pues los mejores por varios motivos estaban ausentes: no tenía un solo hombre a
quien pudiera deber un consejo, ni una advertencia: estaba solo, y solo llevaba
todo el peso del ejército'.
Pero si en la batalla pudo padecer la fama del general, mostrándose
inferior al vencedor de Salta: en la retirada vuelve a aparecer el héroe de
alma grande, el patriota de fe incontrastable, que no se rinde bajo los golpes
del infortunio, y que continúa imponiendo al enemigo y domina a los suyos, por
su tenaz resistencia y fortaleza de espíritu. Situado con la bandera en la mano
en las asperezas de la montaña, rodeado de las miserables reliquias de su
ejército, continuaba contando reunión a los dispersos, en señal de que su
general no los abandonaba.”
En: Bartolomé Mitre, Historia de
Belgrano y de la independencia argentina. Buenos Aires, Eudeba, 1964.
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Belgrano
por Rivera
“Belgrano alzó su vaso de aguardiente, la pierna derecha cruzada sobre
el muslo izquierdo, hidrópico, la cara de un hombre que galopó no sé cuántas
leguas para sentarse allí frente a mí, y dijo salud. Dijo salud, y se rió, como
si gozara de la posesión de un secreto, y dijo, cuando terminó de reír, cuando
olvidó que era dueño exclusivo de un secreto: Tengo a los oficialitos de mi
Estado Mayor, yo, un abogado, a caballo, buena parte del día. Les saco callos
en el traste. Y los escucho rezongar: chico majadero, me llaman. ¿Qué hago yo,
primo, un abogado, arrestándolos, formándoles consejo de guerra por ladrones,
por insubordinación, por amotinamiento, a ellos, que se guían por los
reglamentos españoles del siglo de Maricastaña, para que no me hagan, amotinados,
lo que le hicieron a usted y a Balcarce, sabiendo que aun a los más miserables
les sobran padrinos aquí en Buenos Aires?
Dijo: Arresto a los miserables, que andan todo el santo día, con el
rosario en las manos; castigo a los cobardes; reparto charqui y maíz en las
poblaciones que no nos dan bola, que nos miran con recelo, que ven que no hay
mano que ponga freno a la inquietud de los españoles y criollos, que ven que se
me ordena guardar cualquier bandera que no sea la del rey, y que yo, que soy un
hombre bueno, como usted me escribió, primo, obedezco. Entonces, para darme
ánimo, grito a mis soldaditos, fumemos muchachos, que nos sobra tabaco, y
recuerdo la luz de Buenos Aires, la de su cielo, porque quemé mis papeles, y da
lo mismo, cuando uno quemó sus papeles, no haber nacido que morir a los
cuarenta o a los sesenta.”
Andrés Rivera, en La Revolución
es un sueño eterno.
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Belgrano por Belgrano. Carta a Saavedra
Buenos Aires,
Cuartel general de Santa Rosa
31 de enero de 1811
Sr. Dn. Cornelio Saavedra
Mi querido amigo: Mis oficios a la Junta no dicen todo lo que yo
quisiera decir, ni puedo hablar con franqueza a distancia de cuatrocientas
leguas, porque temo que mis cartas caigan en manos del enemigo; la acción
gloriosa del 19 me la arrancaron de las manos y las consecuencias me tienen con
los mayores cuidados; sólo me ha consolado el aviso que me da Rodríguez de
hallarse en la Bajada y que esperaba que pasasen los pardos para ir a atacar a
los del Arroyo de la China: quiera Dios que sea feliz, para que pueda venirse
con todos y entrar a la conquista de los salvajes paraguayos, que sólo se
pueden convencer a fuerza de balas.
Si no se consigue el buen éxito de la expedición, me será forzoso
repasar el Paraná; para entonces es de temer que aquéllos, unidos con éstos y
apoderados del río, puedan acorralarme y privarme no sólo de la comunicación
con la capital sino también de los alimentos, que hoy los tengo, de los ganados
que he tomado a los insurgentes del Paraguay, de las posiciones que tienen en
esta provincia.
Cuanto menos, necesito 1.500 infantes y 500 de caballería para la
empresa de la conquista al Paraguay. Me hallo escaso de dinero; porque de Santa
Fe sólo me mandaron 400 onzas, con que estoy socorriendo a la gente, y aunque
vengan las restantes no bastan a pagar los sueldos y gastos que se
causan, y lo primero es muy preciso, como Ud. conoce, para mantener la
disciplina con el rigor que es debido.
Luego que consiga tener la noticia del estado de las municiones
despacharé ésta al cuidado de persona que ande mucho y sea viva para que no la
pillen; suspendo, pues, de escribir hasta ese momento por si se me ocurriese
alguna otra cosa, pero encargando a Ud. que se trabaje con la mayor actividad
en todo cuanto he expuesto para lograr nuestros objetos.
Adiós mi amigo; no olvide usted a su
Manuel Belgrano
(Reproducido en F. Luna,
(director) Manuel Belgrano. Buenos Aires, Planeta, 2000.)
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b. Luego de la lectura, y
teniendo en cuenta las condiciones de producción y la finalidad de cada texto,
debatan acerca de los distintos perfiles
de Belgrano.
c. Investiguen a partir de qué
textos se conformó la historiografía oficial y cuál fue el rol que tuvo
Bartolomé Mitre en relación con ello.
d. Nicolás Shumway, un destacado
investigador norteamericano, señala en su libro La invención de la Argentina
que las naciones se organizan en función de lo que denomina ficciones
orientadoras, creaciones tan artificiales como ficciones literarias pero
que son necesarias para darles a los individuos un sentimiento de nación,
comunidad, identidad colectiva y un destino común nacional. En este sentido,
indica también que “La retórica de Mitre presenta dos tipos de celebridades.
Los primeros se asemejan a los héroes clásicos, los segundos a Satanás”. Produzcan
un trabajo de escritura comentando el rol de Belgrano en su contexto en
relación con los dichos de Shumway. ¿Qué lugar ocupa el creador de la bandera?
¿Por qué? ¿Existen otros personajes históricos que deberían acompañarlo en el
panteón de próceres y han sido excluidos? ¿Por qué?
Los siguientes enlaces pueden
resultar de interés para llevar adelante este trabajo:
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